Mil años de historia
Con más de mil años de historia, este gran vaso de piedras, clasificado Monumento Histórico, os invita a viajar en el tiempo. La historia larga del castillo deja sobre sus paredes los rastros de su ocupación.
El castillo fortaleza
Durante la conquista de la Galia, los romanos fueron seguramente los primeros en aprovechar la posición estratégica del peñón rocoso.
En los siglos XI y XII, esta fortaleza casi inexpugnable se convierte en la residencia señorial del conde de Bigorre.
Más tarde, se utilizará como plaza fuerte para controlar las rutas de la llanura que se disputaban distintos príncipes, los máximos representantes políticos del sur de Francia. La población de Lourdes, que tenía el derecho de refugio al castillo, ha sido ahorrada durante los diferentes conflictos como la cruzada de los Albigeois o las guerras de religión.
No adquiriría su extensión definitiva hasta el siglo XIV, con la construcción de su sistema de murallas sucesivas y del torreón que dominaba otras tres torres, desaparecidas en la actualidad.
El castillo prisión
En 1590, bajo el reinado de Enrique IV, el castillo pasa a ser posesión de la realeza. En los siglos XVII y XVIII, se le denominará la “bastilla de los Pirineos” por su nueva función de prisión, donde el rey mandaba encerrar a sus oponentes.
En el mismo tiempo, el castillo como plaza fuerte no está abandonado. Un gobernador dirige una guarnición militaría para proteger el territorio.
El gran arquitecto del rey Luis XIV Vauban propone en 1685 algunas mejoras que completarán en parte sus sucesores.
En el siglo XIX, la ingeniería militar transformará el castillo en cuartel, confiriendo un nuevo encanto a esta arquitectura militar y añadiendo numerosos edificios, entre los que destaca su polvorín.
El castillo museo
En 1894, la ciudad de Lourdes compra el castillo, que yo no es cuartel militar, y tiene la ilusión de transformarlo en museo.
En 1921, se levantó el museo pirenaico promovido por Louis y Margalide Le Bondidier. Apasionados por los Pirineos, atesorarán colecciones sobre la historia y las culturas de los montañeses desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX. Su objetivo era conseguir un vasto museo regional que incluyera piezas de toda la cadena pirenaica franco-española donde “nada que tuviera un origen pirenaico nos resultaba extranjero”.